Escrito de Manolo García
- Exposición: «El Final de las Apariencias»
- Lugar: Centre d’Art Santa Mònica, Barcelona.
- Fechas: Del 5 de mayo al 23 de septiembre 2011
Turismo lunar
Se trata a toda costa de hacer más soportable la incuestionable levedad del ser. Y, ante un papel, ante una tela, ante una tabla, puedes constatar que algunas personas lo consiguen.
La cuestión es hacer turismo lunar. Deambular por la cara oculta de la luna en un puro viaje Pink Floyd del 73. Consiguiendo el chasquido de un destello de neón en la oscuridad profunda del incierto hogar que es nuestra mente. Acercándose al parpadeo de almas fluorescentes que nunca han dejado de transportarse entrando y saliendo de la senda, encontrando y perdiendo, recuperando. Mientras de fondo la banda sonora es el incesante guitarreo de unos primerizos Rolling Stones, de un desperdiciado Jimi Hendrix, que flota libremente mientras el artista consigue refugiarnos en un punto de fuga, en un degradado esfumado.
Busca y captura sin pensar en recompensas, ¿sería eso? Por el puro placer del desvarío, de la galopada sin freno. Magnífico el instante de horas dentro de una habitación en el centro de una gran urbe moderna componiendo, acogido al espíritu sereno de un cercano y lejano Gutenberg. Empeñado en la obra como el antiguo carbonero aislado durante meses en sus amados encinares, realizado y asilado en sí mismo a la vez; como el ebanista tenaz, ángel laborioso en su hacer cotidiano.
Es aleccionador saber que alguien salta de la cama las mañanas de invierno con la necesidad imperiosa de volver al tajo, a la fascinación de la obra, al recuento de los rincones secretos que se han ido dibujando sobre un papel, sobre un muro de sensaciones en dos dimensiones o en más; incluso en las desconocidas. Teniendo la urgencia de envolver las ideas en pan de oro. Seguir, seguir aun sabiendo que la meta final es incierta pero que uno no puede dejar nunca de reconfortarse.
Entre las frías paredes de una nave industrial se elaboran magmas, esculpiendo brillos con el martillo y el yunque de las ganas, de la profética búsqueda calmadamente desesperada, desesperadamente tenaz.
Y se fundan nada menos que beneficiosos e incruentos imperios donde lo que se agranda y acumula son preciosos instantes de eternidad condensada en el trazo, en el color que rezuman desbocadas gotas en su camino libre, en sus chorreones de vida.
Y el creador, ascendido a dios en su ejercicio, consigue que el que contempla y se empapa llegue también a esa categoría. Turismo lunar, puro viaje Pink Floyd.
Manolo García
Barcelona, mayo de 2011